Yanancy Noguera, periodista
12 agosto, 2021

La dupla económica de estabilidad y crecimiento económico, ya de por sí compleja, tiene una alta dependencia de los acuerdos políticos legislativos, no solo de los ya alcanzados, como la reforma al empleo público y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino también de los pendientes en el Congreso.

Luego de la revisión del programa monetario por parte del Banco Central, el análisis de su jerarca, Rodrigo Cubero, no está enfocado en el complejo 2021 sino en el decisivo 2022 y hacia adelante.

El buen desempeño de la economía nacional en el primer semestre de este año no le hace temer por los resultados de cierre. Sin embargo, como aseguró en un webinar desarrollado por la Academia de Centroamérica el 3 de agosto último, el gran reto es si Costa Rica va a tener estabilidad fiscal en los próximos dos años pues el efecto directo de no tenerlo estará en las tasas de interés y el tipo de cambio, y con eso en la economía como un todo.

De ahí que para los economistas José Luis Arce y Luis Mesalles, el optimismo debe ser moderado. El proceso electoral que ya comenzó y cuyo cierre se dará en febrero o en abril de 2022, es sin duda un factor de desconfianza si la agenda legislativa y el impulso de los legisladores se ve matizado por los intereses de voto electoral de candidatos, candidatas y partidos.

Una preocupación adicional compartida por el presidente del Banco Central y los economistas invitados por la Academia de Centroamérica es el empleo.

José Luis Arce lo califica como “cicatrices en el mercado de trabajo” pues la ocupación no muestra movimientos en los últimos seis meses lo cual atribuye al menor desempeño de actividades que se ven afectadas por las restricciones a la movilidad de las personas ante la pandemia.

Las olas de la pandemia

La economía muestra un comportamiento dispar y la recuperación se mantendrá con ritmos particulares, según proyecta el Banco Central.

Para Rodrigo Cubero la proyección de 3,9% este año podría ser incluso conservadora. Eso lo atribuye no solo a un simple cálculo del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) de los últimos meses, sino al comportamiento proyectado en los países con los cuales Costa Rica tiene una relación comercial.

Los países de la zona del euro, Estados Unidos y Japón registran recuperaciones importantes, aunque aún no al nivel de lo vigente antes de la pandemia en el 2019. El mejor comportamiento lo experimenta Estados Unidos.
A julio último la economía global crecería un 6%, según estimaciones del FMI.

Así como en las actividades económicas locales la recuperación es dispar, en el mundo también hay una mejoría heterogénea.

En América Latina, por ejemplo, Chile y Brasil han aprovechado los estímulos fiscales, pero otros países, como México y Colombia, aún no logran el impulso.

El comercio mundial tuvo una caída estrepitosa en el 2020 por la pandemia, pero así de intensa fue también la recuperación. Según José Luis Arce, en Costa Rica el sector externo mostró una fuerte resiliencia así como resistencia a las altas vulnerabilidades. Las estadísticas de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) dan cuenta de un crecimiento del 26% en el primer semestre de este año respecto a igual periodo.

La recuperación lleva impulso, según Cubero, y el Banco confía en que los mayores grados de movilidad conforme avanza la vacunación ayuden más.

Pese al buen comportamiento reciente de las exportaciones, el déficit de cuenta corriente se amplió. Al mostrarse allí el equilibrio externo, Luis Mesalles hizo un llamado de atención a la pérdida de reservas internacionales, producto de las acciones de defensa del colón frente a las presiones cambiarias; según el economista estas reservas pueden bajar más.

También hay que estar atentos a los precios de las materias primas que requiere Costa Rica, los cuales actualmente son los más altos desde el 2011 y cercanos al pico experimentado en la crisis mundial del 2008. De hecho, el aumento del petróleo es un factor de peso en las proyecciones del 2022 que neutraliza el buen impacto de las mejores perspectivas económicas de los países con los cuales comercia el país.

Este análisis fue lo que llevó al Banco Central a aumentar su proyección de crecimiento para este año de 2,9% a 3,9%, y de 3,6% a 3,7% para el 2022. Los aceleradores del crecimiento son el consumo de los hogares, la inversión y el comercio.

Los riesgos

A finales del 2022, con las proyecciones del Banco Central, no se estaría aun llegando a los niveles que podría haber estado el país si no se hubiera tenido la pandemia por el Covid-19.

Así como el Covid-19, el otro lastre nacional es la situación fiscal. Esa ruta está llena de riesgos político-electorales.
El Gobierno central muestra un mejor desempeño, aumentan los ingresos y se contienen no solo los gastos primarios sino también los gastos por intereses. Su déficit cerraría este año en 2,4% del PIB.

Para Luis Mesalles un factor de impulso que aún no se ha analizado lo suficiente está en la mejora recaudatoria producto de la implementación del uso de la factura electrónica desde el 2017. También valoró positiva la aplicación estricta de la regla fiscal que delimita el gasto público, así como el superávit en las instituciones del resto del sector público no financiero, pese a que este podría reflejar que no se reducen las tarifas de los servicios para no impactar sus ingresos o no se están haciendo inversiones.

La ruta de riesgos tiene que ver con el impacto de las decisiones político-electorales de los partidos, candidatos, diputados, en la Asamblea Legislativa. La reforma al empleo público, liberada de dudas en la Sala Constitucional, debe llegar a segundo debate; el acuerdo con el FMI, pese a su reciente aprobación, debe cumplirse y eso requiere que se discutan y adopten una serie de medidas propuestas por el Poder Ejecutivo para aumentar impuestos.
La fórmula: aumentar impuestos + elecciones, no es fácil.

“Mucho está en el plano político”, aseguró José Luis Arce. De ahí que él y Mesalles insisten en ser cuidadosos con el mensaje de la continuidad del ajuste.

Una mayor demanda de recursos para atender las necesidades fiscales podría impactar el financiamiento local y frenar el crecimiento del crédito privado… y ese es solo uno de los elementos de riesgo, junto con la propia pandemia, la crisis en Nicaragua y su impacto humano y en el comercio. De todos, el riesgo principal: adoptar acuerdos legislativos en medio de una campaña electoral.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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